En los últimos años se han visto avances llamativos en el desarrollo de nuevas y potenciales terapias para la Enfermedad de Parkinson. El interés se ha centrado particularmente en las llamadas terapias celulares, incluyendo el uso de células madre. Teóricamente, con dichas células se intentaría reemplazar a aquellas que se han perdido como consecuencia del proceso patológico y así mejorar la sintomatología. Sin embargo, tal estrategia, tiene limitaciones importantes. Estas incluyen, la elección y diseño de las células más apropiadas, transformarlas en células nerviosas con funciones fisiológicas normales, su inyección en el sitio correcto, hacerlas conectarse con otras células remanentes y comunicarse con ellas sin causar efectos adversos. Asimismo, la Enfermedad de Parkinson involucra la perdida de varios y distintos tipos de células, y el reemplazarlas a todas, o aun a algunas de ellas, es un enorme desafío para las terapias celulares. Todo esto debe lograrse sin efectos colaterales, incluyendo el desarrollo de tumores lo que es un riesgo potencial con el uso de células madre.